En el marco del Encuentro Automotor AAP 2024, las proyecciones de crecimiento del PBI del Perú han generado un cauto optimismo.
Como profesional interesado en los retos y oportunidades de nuestro panorama económico, reflexiono sobre los puntos clave expuestos por Juan José Marthans León durante la Jornada Académica. Su análisis no solo nos presenta un diagnóstico de la situación actual, sino también un llamado a la acción para evitar que las lecciones del pasado caigan en el olvido.
El 2023 fue un año marcado por la incertidumbre y los desbalances. Si bien algunos factores, como la inseguridad ciudadana y los desastres naturales, no tienen un origen económico directo, su impacto en la actividad productiva es innegable. El fenómeno de El Niño Costero, las sequías y la gripe aviar no solo afectaron nuestra capacidad de crecimiento, sino que también revelaron fragilidades estructurales que debemos atender con urgencia.
Me parece destacable que Marthans León haya subrayado la resiliencia del Perú ante choques externos. La solidez fiscal y bancaria es un pilar que no debemos subestimar, especialmente en un entorno global de alta volatilidad. Sin embargo, esta fortaleza no es suficiente si no se traduce en mejoras tangibles para nuestra economía cotidiana. Es aquí donde entra en juego la necesidad de reactivar la inversión pública y privada.
Uno de los puntos que más resonó conmigo fue el énfasis en la ejecución eficiente y transparente del gasto público. Los más de 9,853 millones de soles no ejecutados en salud entre 2018 y 2023 representan una oportunidad perdida para mejorar la calidad de vida de los peruanos. Como ciudadanos y profesionales, debemos exigir un uso responsable de estos recursos, especialmente en áreas críticas como salud y educación.
La inflación también es un tema que merece atención. Si bien el retroceso en la inflación de alimentos es alentador, no podemos ignorar su impacto acumulativo en los hogares peruanos. Los esfuerzos por controlar la inflación deben complementarse con estrategias para aumentar el poder adquisitivo y reducir las brechas de desigualdad.
Finalmente, las proyecciones de crecimiento del 3.0% en 2024 y 2.8% en 2025 nos ofrecen una luz al final del túnel, pero también nos recuerdan que el crecimiento económico no es un fin en sí mismo. Debemos trabajar para que este crecimiento sea inclusivo y sostenible, enfocándonos en diversificar nuestra economía, combatir la ilegalidad y proteger nuestro medio ambiente.
El Encuentro Automotor AAP 2024 nos deja con una lección clara: la solidez de nuestras instituciones y el compromiso ciudadano son fundamentales para superar los desafíos económicos y sociales que enfrentamos. No podemos darnos el lujo de la complacencia. Es momento de actuar con determinación y responsabilidad para construir un Perú más próspero y equitativo.